jueves, 11 de mayo de 2006

EL INCA QUE PODRIA HABER REINADO EN LA ARGENTINA



La increíble historia de Juan Bautista Tupac Amaru





Desde mis estudios primarios estuve enterado del proyecto de nuestros libertadores Belgrano y San Martín, de coronar a un Inka como soberano de las Provincias Unidas de Sudamérica, plan que en definitiva no prosperó, pero que siempre me intrigó ante el desafío de responderme a mi mismo sobre el porque de esta idea y, más aún, si en verdad había alguien en quien se pensara.

Hace muy poco tiempo una investigadora, Silvia Vázquez, descubrió un acta de sepelio en los archivos del cementerio de la Recoleta, Buenos Aires. Era el acta del Inka que se pensó coronar en nuestras tierras.

A partir de ese momento cobra vigencia esto que alguna vez había estudiado casi como una excentricidad histórica y, que a partir de este descubrimiento, pasaba a tener forma humana, porque nuestros próceres no solo tenían un plan político en mente sino que también tenían a un hombre en quien encarnarlo...JUAN BAUTISTA TUPAC AMARU.

La historia del proyecto político y la personal de su protagonista confieso que me dejaron impactado, por su importancia y por la reivindicación que motivaba.


Esta es la historia de Juan Bautista Tupac Amaru...


El 6 de julio de 1816, pocos días antes de la declaración de la independencia de las Provincias Unidas de Sud Américal, el Gral. Belgrano, lanza el proyecto de la restauración de un descendiente de la casa de los Inkas al trono de las mismas. La iniciativa contaba con el respaldo del Gral. José de San Martín que se refería a el como “el admirable Plan del Inka”, que incluso iba mas allá del territorio del Río de la Plata y mencionaba la creación de las Provincias Unidas de Sudamérica.

Los representantes porteños se opusieron al mismo, porque no solo significaba el derrumbe de sus aspiraciones, sino que, además, hubiera implicado la erección de la ciudad de Cuzco como capital del nuevo estado. Aberración incomprensible ante los ojos de estos diputados centralistas.


La persona en quien se pensaba para ocupar este trono de una nación nueva, inmensamente poderosa y extensa, era Juan Bautista Tupac Amaru.

Con este proyecto se lograba la reivindicación plena de los pueblos originarios de esta parte del mundo, restituyendo a los gobernantes que habían sido aniquilados por los conquistadores, reparando así 300 años de dominación y crímenes cometidos en nombre de una presunta civilización y de la fe católica.


No dejando dudas sobre su carácter de reparación indígena la declaración de la independencia de las Provincias Unidas en Sud América del 9 de julio de 1816 fue publicada simultáneamente en tres idiomas: Castellano, Quechua y Aymará. Hasta hubo una versión en la escritura jeroglífica de los pueblos de Tihuanako

Juan Bautista era el hermano menor del ya legendario José Gabriel, éste, víctima despiadada de los españoles que fuera destrozado por caballos y luego quemado en la hoguera.

Nació en Tungasuca, provincia de Tinta, Perú, en 1747, quinto nieto del último Inka e hijo del concubinato de Miguel Tupac Amaru y Ventura Monjarrás.

Fue encarcelado y recibió el mismo trato que se les daba a los ladrones. En 1783 la Corte de España ordenó se impusiera la pena de muerte a los familiares de José Gabriel y que "los desterrara para que no queden restos de la infame y vil familia de los Tupac Amaru".

Juan Bautista es remitido a España. En el viaje murieron su esposa, un sobrino y la mitad de sus acompañantes, víctimas de las condiciones infrahumanas del traslado. Allí estuvo encarcelado por tres años y luego remitido a las colonias de los godos al norte de África, en Ceuta, donde permaneció otros 35 años preso.


En 1820, en su prisión africana, tomó contacto con otro confinado ilustre, el marino Maltés y tocayo suyo, Juan Bautista Azopardo, al servicio de la causa independentista criolla, quien lo puso al tanto de la marcha del proceso revolucionario y lo alentara a sumarse a el. Azopardo fue liberado poco después, al producirse en España una revuelta liberal, la de Riego, que liberó a los patriotas presos.

Recién en 1823 recuperó la libertad e inmediatamente viajó a Buenos Aires, donde el Gobierno le dio una pensión. Murió el 2 de septiembre de 1827. Descansa hoy en el cementerio de Recoleta. El acta de sepelio que mencionamos antes, era la de él.


Los principios éticos del pueblo Inka eran: no mientas, no robes, no seas haragán. Tenían un sistema social inclusivo en el que no existía la pobreza. Todos los excedentes eran redistribuidos con igualdad. Creían que el pueblo eran todos y todos trabajaban las tierras".

Así era el sistema social y de gobierno incaico hasta la llegada de los españoles, que cambiaron esto por el exterminio, según algunos investigadores, entre ellos el uruguayo Eduardo Galeano, de cerca de 70.000.000 de personas, víctimas de matanzas, enfermedades desconocidas en estas latitudes y el hambre.

Este es, sin dudas, el mayor genocidio que haya conocido la historia de la humanidad.

La riqueza que robaron de nuestro continente, solo entre 80 años que abarcan parte de los siglos XVI y XVII, documentada en archivos españoles y actualizados al día de hoy con su respectiva renta, alcanzaría una cifra de 300 dígitos. Imposible de pronunciar hasta por un experto matemático.

El cerro de Potosí, actual Bolivia y por entonces parte del Virreinato del Río de la Plata, fue explotado tan intensivamente en los 300 años de colonialismo, que disminuyó en 700 metros su altura original. Cuesta imaginar la cantidad de riqueza ahí extraída, pero más cuesta saber a costa de cuantos muertos.

Con esta incalculables riquezas se solventaron nuevas guerras y conquistas, nuevos exterminios de poblaciones indefensas. Engordaron las arcas de los piratas ingleses y holandeses, que a su vez saquearon antes a los españoles. Después estas riquezas contribuyeron a la revolución industrial y a la formación del capitalismo, tal cual lo conocemos hasta hoy en día.

Reivindicando el nombre de Juan Bautista Tupac Amaru, sacándolo nuevamente a la luz, posibilitando que muchos conozcan una historia oculta, denunciando las atrocidades cometidas por los conquistadores y los saqueos a nuestras riquezas, haciendo conocer su sufrimiento y todo lo que simbolizó para nuestros padres fundadores y la incipiente nación que nacía a la faz de la tierra, contribuiremos a valorar nuestros reales orígenes americanistas.


El Plan Continetal


La propuesta de Belgrano era la estrategia de la Logia Lautaro luego de la derrota de Napoleón en Waterloo. La propuesta del Rey Inca encierra la idea de la nación continental que Mayo había alumbrado en el Plan Revolucionario de Moreno, que Castelli intentó con su marcha al Norte. Retomado luego por la Logia Lautaro en la Revolución de octubre de 1812 -San Martín, Guido, Moreno, Monteagudo- que depuso al Primer Triunvirato.

El Plan Continental es la piedra angular de la estrategia sanmartiniana y de su estrecha alianza con Belgrano, Güemes y O' Higgins. Este se inscribe en el tono sudamericano de la Declaración de la Independencia que fue hecha a nombre de las 'Provincias Unidas en Sud América' y no 'del Río de la Plata'. (El mismo Director Supremo, fue designado Director Supremo de las Provincias Unidas en Sud América).

La propuesta está en perfecta sintonía con la Carta de Jamaica de Simón Bolívar de setiembre de 1815. No otro era el pensamiento que Miranda -preso en Cádiz- insistía en los mensajes a sus discípulos, en particular a su más querido O´Higgins, por entonces en Mendoza con el Libertador. El Precursor Miranda también insistía en la necesidad perentoria de declarar la independencia.

En julio de 1816 el único territorio en América no reconquistado por España era el de la Provincias Unidas del Río de la Plata. Tucumán -lejos de Buenos Aires y más cerca del Cuzco- era el lugar donde en 1812 Belgrano había salvado la Revolución, derrotando en combate a los españoles y desobedeciendo las órdenes impartidas por Buenos Aires que pretendía que retrocediera hasta Córdoba, para hacerse fuerte allí. Era lógico entonces que todo intento libertador Continental partiera de allí. Como hecho estratégico el plan del Rey Inca, permitía sublevar e incorporar a la revolución a las grandes masas del Perú y del Alto Perú -2.5 millones de personas versus el 'desierto argentino'. Buenos Aires solo temía 60.000 habitantes- demoliendo al poder español en su bastión peruano. También permitía incorporar a la nación artiguista que bajo la bandera de la federación y la república ocupaba ya la mitad del territorio de las Provincias Unidas.

Por eso la Monarquía Inca propuesta era constitucional, con una cámara vitalicia de Caciques y otra de diputados electos. La propuesta del Rey Inca debía ser bien tomada por las masas indias guaraníes y charrúas que componían la mayoría de las tropas artiguistas y que estaban emparentadas desde tiempos inmemoriales con el Incario, cuya esencia solidaria habían revivido bajo los jesuitas en las misiones. La cuestión de Rey Inca resolvía también de un solo golpe el problema de todos los problemas que cargaría de manera insoluble la Revolución Americana: la distribución igualitaria y democrática de la tierra.

Sobre los mil años del Incario y su extensión territorial continental construyeron nuestros próceres fundantes la idea de la gran nación americana. Una nación extendida desde México hasta el Cabo de Hornos, tal cual soñara Miranda. En particular una nación que abarcara casi toda Sud América con capital en el Cuzco, como planteó Belgrano en Tucumán.

Porque la otra parte de la propuesta de Don Manuel que la tornaba insoportable para Buenos Aires, consistía en que dicha nación -que incluía las actuales Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, podían adherir también Venezuela y Colombia- tendría por capital a la ciudad sagrada de los Incas: el Cuzco. Casi la misma propuesta de Moreno en su Plan Revolucionario. La misma de Castelli antes de marchar a Lima y ser derrotado en Huaqui. La que propondrá San Martín desde Lima en 1822. La misma propuesta que hará Simón Bolívar cuando culmine la obra iniciada por Don José de San Martín.


Es hora que los argentinos lo sepamos y lo asumamos.




Algo quedó sin embargo de tamaña epopeya y sueño tan maravilloso: el escudo nacional y nuestra bandera exhiben orgullosas -aunque lo desconozcan la mayoría de los argentinos- el Sol de los Incas, el sol de Túpac Amaru, el sol de Manco Capac.






Fuentes:


Silvia Vázquez, descubridora del acta de sepelio de Juan Bautista Tupac Amaru.


Diario Clarín. Nota de María Iglesias 08/06/2005

Alberto J. Lapolla, en www.elhistoriador.com.ar

Eduardo Galeano, ¨Las venas abiertas de América Latina¨





Monolito existente en la Municipalidad de Cuzco, Perú, donde se conserva tierra del Cementerio de la Recoleta, de Buenos Aires, lugar de descanso de los restos de Juan Bautista. Esto reafirma  que el nombrado sigue descansando en Argentina y no en Perú, como algunos aseguran. El monolito fue colocado en 2012. Pero si los restos fueron sacados de la Recoleta, fue en forma clandestina ya que no existe ninguna constancia escrita al respecto. La sola existencia del monolito es prueba suficiente para saber y resolver la cuestión de donde están sus restos. 
Gracias a mi amigo Juan Bautista Tingueli por conseguir este testimonio (14/1/2022).



Grabación emitida desde Israel por Eduardo Seleson



EL RINCÓN DE EDUARDO Podcast



Acabo de publicar el Episodio 21

Episodio 21 Conversamos con Daniel Pena sobre el Inca que podría haber reinado en Argentina


Daniel Pena, librepensador, cronista, investigador histórico y efectúa recorridos guiados por Buenos Aires especializados en la interpretación de símbolos, historia y sociedades iniciáticas.


Lo pueden escuchar en (copiar y pegar en una nueva página):


https://open.spotify.com/show/4h35ffIsM3irUePn8pxipo?fbclid=IwAR3Y0ckTzmE0DlZ2xZl6CRJsbeUfCvlWFvkxCPbMNpRjHio_UnnKdh86nlY 



 

Si quieren hacerme comentarios y preguntas escríbanme un mail a

eduardoseleson@gmail.com





dp



Machi Pichu. Cuzco





12 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buena la historia, me sorprendió, me transportó a una civilización de la que poco se habla - quienes lucharon - por sus principios - respetando sus fundamentos de los cuales tenemos mucho que aprender.
Excelente lo tuyo Dany, espero sigas investigando cosas tan interesantes.

Adriana Garín

daniel pena dijo...

Gracias Adriana

Unknown dijo...
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Anónimo dijo...

Gracias, me sorprendió gratamente y me emocionó mucho. Ante una verdad siempre hay expansión de conciencia. La idea sigue viva o se ha reavivado en algunos presidentes latinoamericanos, Ojalá se logre el sueño latinoamercano. Aunque sería muy importante en el transcurso y hasta la su realización se respetara los derechos y se devolviera tierras a los pueblos originarios dadores de ese hombre que estuvo legitimamente propuesto para dirigir nuestros destinos en el Sueño Latinoamericano de Manuel Belgrano.

Anónimo dijo...

Muy interesante como todas tus publicaciones. Abrazo.
Sandra Comerio

Anónimo dijo...

En el MAAM de Salta están las momias de "los niños del Llulaillanco" ofrenda de los nobles incas que poblaban esta zona.
Jorge Federico Soto

Anónimo dijo...

Es una narración sumamente interesante.
Merece que las investigaciones sean profundizadas.
El Tahuantinsuyo no fue el producto de una inspiración divina ni de la incorporación pacífica y voluntaria de reinos vecinos al trono y cetro del Inca.
Fue una expansión sangrienta y despiadada.
Gracias por este valioso aporte!

Otto Federico Aguilera Freire

Anónimo dijo...

Extraordinaria historia!!! (desconocida por el 99% de los argentinos).
Juan Manuel Basualdo

Anónimo dijo...

Tremendo.
Eduardo Testori

Anónimo dijo...

Creía que era una respuesta estratégica al Congreso de Viena de 1814 que pretendía la restauración monarquías en Europa y América.
Eduardo Ruben Florio

Anónimo dijo...

En el contexto mundial eran urgidos por el Congreso de Viena de 1814, que exigía la restauración de las monarquías.
Eduardo Ruben Florio.
Lanús

Anónimo dijo...

Ahora me acordé, San Martín quería un gobierno parlamentario, y en esos tiempos tenía que haber un rey, y había elegido al hijo de Gabriel Condonquanqui (Tupac Amaru).
Eduardo Afonso